Sabemos que la cultura del usar y tirar está llegando a su fin, y por muchos motivos debemos optar y escoger soluciones que sean más duraderas para reducir el uso de recursos naturales y de energía, el transporte y finalmente la gestión del residuo.
En algunos aspectos parece que se van encontrando soluciones. Recientemente se está cambiando de forma importante el uso de las bolsas de plástico de los supermercados y otros establecimientos, promoviendo el uso de receptáculos más resistentes y/o haciendo pagar de forma específica las bolsas más contaminantes. El cambio genera algunas resistencias, pero al fin se va asumiendo como algo inevitable.
En otros usos parece que cuesta más desprendernos de estas “comodidades modernas” a las que nos hemos acostumbrado, y que vemos que resuelven nuestras necesidades, sobre todo en la cocina.
Pero así como algunos fabricantes se empeñan en desarrollar productos totalmente inútiles y disparatados, otros ingenian buenas soluciones que debemos tener en cuenta. Por un lado, hablaremos de envoltorios para llevar la comida. Un día se inventó el papel de aluminio y el film transparente, y empezaron a reinar en el mundo de los bocadillos, desayunos y meriendas de chicos y chicas, excursionistas y viajeros. La solución era práctica, pero tiene el problema de usar recursos materiales valiosos con una duración de uso muy corta, que en seguida se ven convertidos en basura y, todo hay que decirlo, no siempre acaba depositada en el lugar correspondiente para su reciclaje.
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